jueves, 15 de noviembre de 2012
Entrevista a Adrián Barilari
Adrián Barilari alcanza registros altísimos cuando ejerce su arte. Y cuando habla, canta sus verdades con su franqueza y un toque de realidad que contrasta con los magos y las gitanas de otras épocas que, sin embargo, metieron sus garras de alguna manera para aggiornarse en un nuevo episodio como solista en la carrera de la voz más auténtica del Hard Rock de nuestro país. Barilari acaba de editar un gran disco, “Barilari IV”, que lo encuentra manso y tranquilo en la calma de su estudio de grabación ubicado en un microcentro porteño próximo a ser tapado de ollas, campanas y pancartas.
-E.C.S: Muchos músicos al lanzarse como solistas deciden arrancar de cero, cambiar de aire. No es tu caso.
-Adrián Barilari: No, para nada. Se dio, la verdad es que no lo planeé mucho. Esto surge en el año 2000 cuando yo formaba parte de Alianza junto a Hugo Bistolfi (también tecladista de Rata Blanca). Justo en ese momento me llaman de una productora para preguntarme si me interesaba grabar un disco como solista y la pensé un poco hasta que me dijeron que existía la posibilidad de que los músicos de Nightwish me acompañen y…..chan (risas). Me dí cuenta que no había un mejor momento o circunstancia para arrancar una carrera como solista. No la deje pasar pero al mismo tiempo me llama Walter Giardino diciéndome que estaba buscando un cantante para Temple (proyecto del guitarrista); o sea, se dio todo junto y como eran dos propuestas serias agarre todo.
-E.C.S: Incluso a nivel artístico cambian mucho tus cosas como solista porque por momentos hasta cantas diferente. Y si a esto le sumamos el laburo de armar una banda, hacerla sonar. ¿Es un cambio que buscas o simplemente pasa?
-A.B: Desde el principio sabía que iba a hacer algo que no iba a sonar como Rata, no tendría sentido. Para cantar de la misma manera y hacer Hard Rock como lo vengo haciendo con Rata desde hace veinticinco años, no lo hago. Preferí complicarle la vida a todo el mundo (risas) y crear una propuesta distinta para ver qué pasa, para proponer cosas diferentes. Me dicen de la compañía que tienen a Jens Johansson (Stratovarius) con los músicos de Nightwish entonces la propuesta iba a tener cosas de Heart, Power y un toque de sinfónico. Venía todo cocinado de una manera diferente. Si bien podía cantar igual al tener la música y las composiciones que eran mías la cosa ya iba a ser otra.
-E.C.S: En “Canciones doradas” grabaste temas de otros artistas. ¿Los elegiste porque eran artistas que admirabas o tal vez porque te gustó como te salían esas canciones a vos?
-A.B: Ese es el disco que marcó la diferencia. Definitivamente creo que el disco, si pensara por sí mismo, habrá dicho: “Este Barilari va a hacer cosas locas conmigo” (risas). Y sí, como decís vos, crecí escuchando esos discos y admirando a muchos de esos artistas. Al momento que me proponen hacer “Canciones Doradas” yo no tenía una propuesta superior a la que había tenido para el primer disco. No era que yo sólo podía superar con el segundo disco la producción que había tenido para el primero, en este país era casi imposible. Si para “Barilari” tuve a los músicos que tuve para “Canciones doradas” debería haber tenido a Iron Maiden…y no se dio (nuevamente risas). Para hacer algo que no supere mis expectativas no hago nada y para no hacer nada preferí que venga una empresa discográfica que me sugirió hacer un disco de covers. Lo dude un poco porque en ese momento había una tendencia al punto que Ozzy Osbourne estaba haciendo un disco de versiones (se refiere a Under cover). Me insistieron, me dieron total libertad, buenos músicos, control artístico. Era como que no me dejaban decir que no y yo necesitaba hacer un disco o por lo menos entrar a un estudio. Así que, medio a regañadientes porque era difícil elegir las canciones, empecé a hacer las adaptaciones y encima después me enteré que debía tener permisos, lo que también complicó. Pero cuando empecé a mezclar con los músicos me dí cuenta de que podía ser algo divertido y serio a la vez. Y se puso más serio cuando pensé en llamar a Adrián Otero, Ángel Mahler, Juanchi Baleirón y Pato Sardelli (Airbag), la verdad es que salió un disco de la puta madre y se formó una relación increíble con la compañía porque vendió muchísimo con ese disco y yo quedé contentísimo porque abarqué otro público y también estuvo muy bueno el hecho de que la gente me criticó bastante y me decía: “Ehh se aputaso Barilari” y eso da que hablar y en este mundo hay que dar que hablar, por lo menos a través de mi música quiero dar que hablar. Es un disco que le puede gustar a mucha o poca gente, pero está bien hecho.
-E.C.S: Mencionabas a Adrián Otero y Memphis junto a Virus fueron las bandas más resistidas en el Barrock del ´81. Justamente por eso Federico Moura decía que él buscaba causar una reacción, no importa si esa reacción era mala o era buena, importaba que le provocara algo a la gente.
-A.B: Nunca mejor dicho. Lo dijo Federico y mira donde llegaron. No sé si está bien o no que le tiraran cosas, lo que sí sé es que la carrera que hicieron los tipos fue alucinante. Yo creo que lo difícil en este medio es mantenerse, estoy más contento por estar todavía que por todo lo que pude haber logrado. Hoy a mi edad poder seguir grabando discos, que vengan ustedes a hacerme notas, estoy re agradecido porque había una época, en los setenta u ochenta, en la que era imposible pensar en un tipo de cincuenta años arriba de un escenario, por lo menos en Argentina. Te tildaban de viejo, hoy no, hoy sos una eminencia, antes era difícil pensarlo de esa manera.
-E.C.S: Se aplicó la palabra “Leyenda” al rock…
-A.B: Tal cual, eso de la “Leyenda viviente”. La cuestión es que las cosas cambiaron, bienvenido sea eso, yo creo que Federico estaría agradecido de acordarse de que él cambió cosas. Esto es así, la gente cambia, nosotros los músicos seguimos acá. El público se va intercambiando y va descubriendo también.
-E.C.S: Y Rata surgió en un momento en que las estrellas de rock eran gente joven. Por ahí grupos que musicalmente no tenían nada que ver con ustedes.
-A.B: Y sí. Los Babasónicos por ejemplo. Es admirable el hecho de que toda esa gente haya impuesto un estilo de música que algunos lo mirábamos de costado y sin embargo hay que reconocer que ellos lograron salir, asomar la cabeza y quedarse. Para las bandas de Heavy metal siempre fue más difícil. ¿Cuántas bandas conoces que hayan salido y llegado a grabar diez discos?, ¿qué siga sonando, que gire, que salga del país y marque tendencia’. La verdad es que, como está el mercado, está muy difícil la cosa. Pero si llega a aparecer, obviamente nos vamos a dar cuenta todos. La gente me pregunta a mí que pienso y yo no pienso, yo espero que aparezca esa banda y que supere lo que fue Rata Blanca en su momento. Los Redondos de ricota desaparecieron, se dividieron pero el espíritu sigue ahí, no hubo otra banda que ocupara ese nicho. Pero ¿Por qué no pensar que puede pasar?, pude pasar y tendría que pasar. Hay muchísimas bandas que no se conocen y te puedo asegurar que son muy buenas.
-E.C.S: ¿Y eso no tiene que ver con la sensibilidad que uno tiene frente a la música?
-A.B: Yo creo que tiene que ver más con la propuesta que uno brinda. Trasladándonos al tiempo, cuando Rata surge y sale como banda lo que estaba en la cabeza de Walter era ser profesionales, y así fue, no fueron a tocar a un bar, fueron a un teatro y con puesta en escena. Salís a matar o morir. Hoy con la competencia que hay es imposible, ¿cómo te enfrentas a todo lo que viene de afuera?, es imposible. Vos ves un show de una banda legendaria y te traen una parafernalia de cosas y pensas “bueno la hacen así porque la gente todavía paga el precio de una entrada en dólares”. Pero muchas de esas bandas que en Argentina llenan grandes estadios, en Europa tocan para mil personas. Pero tiene que ver con la propuesta, yo siempre digo que si en el país hubiera una inversión para promocionar bandas, se organiza un River como lo hicieron La Renga, Los Redondos, El Indio Solari, también lo podrían hacer otras bandas buenísimas como Catupecu Machu, pero necesitan esa inversión. Como lo hizo Soda Stereo cuando se juntó, giras millonarias por toda Latinoamérica. No sabemos si el que puso la plata ganó o perdió, pero la banda volvió y mató.
-E.C.S: Hablando de propuestas: la primera vez que vi a Rata fue en el segundo Quilmes Rock, cuando tocaron con Offspring en Ferro. Hicieron un show muy grande ustedes, no parecía de festival…
-A.B: Rata no toca en festivales porque cuando te llaman para tocar en uno sabes que el artista local va de relleno. Es más, si las bandas extranjeras pudieran no poner bandas nacionales no las pondrían. Pero hay una ley que ordena que los pongan sino tienen que pagar una multa. Cuando nos proponían tocar en un festival lo que pedíamos era tener igualdad de condiciones, que en muchos casos no se dan, si te las dan podes demostrar tranquilamente que estas a la altura de cualquier banda de afuera. Cuando se dio lo hicimos, cuando te dan vueltas, te dicen que no podes tocar de noche, que no podes usar fuegos de artificio. Rata no necesita eso, Rata necesita mostrarse al lado de una banda internacional sino todo ese trabajo es en vano, todo lo que hiciste en estos veinte años es en vano.
Yo sí, como solista me puedo subir como lo hice en Vélez con Iron Maiden, tocar cuarenta minutos y bajarme, de día. Pero bueno, lo hice porque me gusta, soy fan, y aparte yo tengo una estructura mucho más pequeña. Una banda como Rata Blanca no, entonces ya es algo que tiene que ver con el respeto.
-E.C.S: Antes mencionabas a Tom Jones como una de tus influencias. ¿A qué cosas le prestas más atención en materia de cantantes?.
-A.B: La personalidad, la calidad musical, el carisma,la trayectoria. Tom Jones es un tipo que todavía sigue cantando, lo fui a ver a Las Vegas y me lo perdí porque no dí con los tiempos. Pero yo lo escuchaba cuando tenía quince años y sigue cantando igual. Cerras los ojos y no cambia, entonces no me equivoque cuando lo elegí como referente. ¿no? (risas).
-E.C.S: Elvis admiraba a Tom Jones…
-A.B: Mi madre!. Es que uno aprende mucho de él como también de muchos otros. Uno tiene la oportunidad de estar tocando, compartir escenario o conocerlos y aprendes todo el tiempo de estas cosas. Te das cuenta que son seres humanos como vos y como yo, normales, que tienen ese pequeño don y después son tipos comunes.
-E.C.S: ¿Cómo vienen las presentaciones de “Barilari IV”?
-A.B: Genial. La estoy pasando bárbaro. Fue todo muy rápido; salida del disco, firmas de autógrafos, ventas de entradas y show, todo junto. Todo pasó en un mes. Lo presentamos en La Trastienda y la gente ya se sabía todas las canciones, a un mes de la salida del disco, y se las sabían mejor que yo (risas). Fue fabuloso porque eso marca que de movida el disco iba a gustar. También está el enojo porque a uno le gustaría mucho que alguna de esas canciones sonara mucho en la radio, eso no pasa, vaya uno saber porque no pasa. Pero si me conforma, y mucho, que a la gente le guste el disco. Lo otro tiene que ver con una cuestión de pauta publicitaria, de espacio del lugar y eso es lo que manejan las grandes compañías. Antes me pegaba la cabeza contra la pared, ahora ya no me preocupo tanto, hoy podes ver en internet que lo que haces gusta, la gente te lo dice en la calle, lo ves en los shows. El hecho de que sabes que lo vas a salir a tocar y tenes varios shows por delante te reconforta.
-E.C.S: ¿Cómo pensas que la gente vive eso?
-A.B: Es raro porque cuando arranqué como solista la incertidumbre era total. Esto también demarca que vos podes ser el líder, el cantante o el frontman de una banda famosa y esto no significa nada a la hora de salir vos solo. Y no significa nada porque la gente, los medios y las compañías te tienen como el cantante de….o el guitarrista de…y es muy difícil sacarte ese rótulo y para lograrlo tenes que hacer lo que hice yo durante diez años: lograr que la gente sepa que tengo un nombre y un apellido. Hoy la gente me dice “Ehh Barilari…”, quizás en diez años ya no me confundan con Giardino (risas). Esta bueno eso, lleva el tiempo que tiene que llevar, es una carrera y la verdad es que entendí que si lo haces con tiempo tiene mejor sabor. No sirve si todo se da muy rápido, yo lo fui disfrutando. Es como los vinos, este no lo destapas y mejor se pone. Esta carrera tiene que ver con eso, la propuesta fue remar. ¿Qué apuro hay?. No hay un límite para subirse a un escenario, mientras yo esté bien me subo y la otra es ser uno mismo, ese es el secreto. Lo hago porque me gusta, me divierte y encima me permite ganar plata.
-E.C.S: ¿Consideras que el disco sea un toque más oscuro que los anteriores?
-A.B: No. Más oscuro sería “Abuso de poder”. Este disco va más para los claros y hay cierto sonido que viene del disco anterior, primero porque son los mismos músicos pero también tiene baladas, canciones que podrían ser acústicas y también podrían ser de Alianza. En este disco soy más yo, quería mostrar cómo me siento musicalmente. En “Abuso de poder” logramos un disco pesado, potente, oscuro, porque teníamos el equipo para eso. En este tenemos un productor artístico, Guillermo, que tiene una cabeza muy abierta, escucha de todo y llegamos a tener como veinte canciones y al final elegí las canciones que más me gustaron, nunca busqué una línea determinada. Me define como persona, no quiero atarme a lo que está sonando, yo ya lo hice eso. Llega el punto en donde uno no tiene que demostrar nada, quiero hacer lo que me sale, si a la gente le gusta mejor. Quiero estar yo conforme con lo que hago. Los músicos y los productores también están re entusiasmados y eso que tengo conmigo una banda pesada que es Asspera y acá son otra cosa, tienen una ductilidad tremenda, como trabajan, como manejan las texturas, eso es buenísimo. Estoy trabajando con gente profesional que a la hora de tocar pela y hace sonar canciones muy pesadas y muy oscuras, pero también te hacen una balada de amor muy blanca, muy clarita, muy rosa si queres y no deja de ser rock, de tener peso, a eso voy, cantar y hacer lo que me sale bien.
-E.C.S: Se te vienen fechas en Venezuela con Cavalera conspiracy, otra en Jujuy. ¿Hay algún escenario que te falte y tengas ganas?
-A.B: Hay miles de lugares en el mundo donde me gustaría tocar. Me gusta el hecho de conocer gente distinta, escenarios diferentes, otros públicos. Siempre es un desafío ver la reacción de la gente. Te haces consciente de hasta adonde puede llegar uno sin querer.
-E.C.S: ¿Y un artista con el que te gustaría cantar aunque sea cinco minutos?
-A.B: Paul McCartney, sin dudas. Setenta años y el tipo no para. Si yo llego así de esa forma…estoy hecho…
Txt: Gabriel García
Ph: Mariana Marincovich
Agradecimiento: Diana Suarez.
domingo, 28 de octubre de 2012
Suede en Argentina: Fina etiqueta Brit
Hilando fino, si buscamos un común denominador en esta última edición del festival Pepsi Music no hay duda que lo vamos a encontrar por el lado de los cantantes: la adorable Beth Ditto de Gossip, la siempre irresistible Shirley Manson, dos días más tarde la oscuridad premeditada de Amy Lee de Evanescence no hicieron más que apurar piernas y ansiedades para afrontar el cierre del festival a cargo de Suede.
A nueve años de su separación y a dieciséis de su momento más exitoso, la banda liderada por el ahora maduro Brett Anderson, está muy lejos de las fiestas en Candem Town pero poco perdió de la seguridad y el vuelo de otrora. . Madurez, que palabra chata, el cantante sigue revoleando el micrófono, se desabotona progresivamente y tema tras tema su camisa de etiqueta pero sin los movimientos promiscuos y andróginos que, extrañamente, sirvió de preámbulo a la sobria propuesta estética de Oasis o Blur. Canciones como “We are the pigs” o ese gran lado B llamado “Killing of a flashboy” arrastran el cursor hacia ese paréntesis de graffiti dibujado luego del éxtasis de los Happy Mondays o el efímero paso de E.M.F o Jesus Jones.
Porque por eso se escuchó a Suede en vivo en nuestro país; más allá de los hitos fruto de su primer y excelente disco, tuvieron la inteligencia de mostrarse en un lugar relativamente chico o ajustado sin caer en la parafernalia innecesaria de otros.
La languidez, los flequillos y las patillas desorbitantes se hicieron presentes en las masas corporales del público Brit desde unas horas antes del inicio del show. Reaccionan festivamente ante cada tema que disparan los londinenses. Si se los encuentra fuera del ámbito recitalero tranquilamente podrían ser personajes de alguna novela de Douglas Coupland pero al momento de verse cara a cara con Suede cualquier estereotipo está de más. Canciones como “Trash” o “She” retratan el instante en que Anderson sonreirá por primera vez. Es que, escénicamente, el frontman lo es todo, lejos de la pálida imagen que su compatriota Ian Brown dejo en su visita hace algunos años, quien compuso junto a Bernard Butler la mayoría de las grandes canciones del grupo, es un correcto upgrade de sí mismo; sus movimientos ya no son tan provocativos pero esto no parece molestar mucho a las chicas.
El guitarrista Richard Oakes hace que Butler (uno de los mejores guitarristas de su generación) sea un poco menos extrañado y al lado de Mat Osman, junto al cantante el único miembro original de la banda, ejercen una efervescencia que dilapida toda versión ridícula acerca de la amargura británica que suele circular por ahí.
¿O acaso no habrán sonreído en el backstage al escuchar a la gente corear intempestivamente el coro de “Beautiful ones”?. Para el encore posterior, sorpresivamente, agregan “My dark star” esa bella canción que nombra a la “chica argentina con ojos de cementerio” y “Saturday night” funciona como el epílogo perfecto para una noche en la que los argentinos asistentes se empujaban hacia la lluvia británica de la avenida Álvarez Thomas, y no era sábado, era lunes. Pero a nadie le importó.
Txt: Gabriel García
PH: Mariana Marincovich
miércoles, 30 de mayo de 2012
Roger Waters: otro màs en el patíbulo
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Pink Floyd,
Roger Waters
viernes, 25 de mayo de 2012
TOP 10 – Murders On The Dancefloor
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Maria Gudòn-,
notas,
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lunes, 21 de mayo de 2012
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Gabriel Garcìa.,
Institucionales
viernes, 9 de diciembre de 2011
30 años de Wadu wadu: Virus contra el rock gallina
Chocolatines que contenían cartas destinadas a los chicos que estaban combatiendo en las islas, golosinas que no estaban para venderse en los quioscos; festivales de la solidaridad latinoamericana que utilizaban a nuestros músicos en nombre del “Ser nacional”, que incluso hoy sigue siendo bastardeado por una clase dirigente que parece estar atada al sillón de Rivadavia. Incluso el rock argentino (el termino “nacional” esta al borde de lo cipayo) estaba teñido de una solemnidad que le quitaba un poco la credibilidad: sin ir más lejos, Luis Alberto Spinetta que en ese momento brillaba con Jade, describía el mensaje de las bandas surgidas a principios de los ochenta como “Débil” y “Fácil”.
Tal vez el flaco sufría el síndrome de falta de información contemporánea, o sea, la imposibilidad de enterarte de todo lo que esta sucediendo en el momento que estas viviendo.
El de Virus es un caso muy especial, es inédito porque en el año 1981 ya eran pos Malvinas, antes que se formaran Sumo y Soda stereo, años antes que Patricio Rey y sus redonditos de ricota ingresaran a las bateas con “Gulp”, “Wadu wadu” el disco debut de la banda liderada por los hermanos Moura; Julio, Federico y Marcelo, ya contenía parte de la esencia del rock argentino por venir de esa década. Y ese des-tiempo marcó a toda la trayectoria del grupo: eran románticos cuando todo era bastante serio y oscuro, Federico Moura tenía 30 años, la misma edad en que Charly García disolvió a Serú. Otro aspecto atemporal era el sonido de los teclados, lejos de los órganos Farfisa que habían sido popularizados por Charles Aznavour a fines de los sesenta y redescubiertos por el Madchester inglés treinta años después, nadie usaba a principios de los ochenta esos timbres. Ese anacronismo los volvía “modernos”, pero más allá de la moda.
Y los citados años sesenta tuvieron muchísima incidencia en el grupo; su letrista Roberto Jacoby (que por estos días se encuentra de vuelta en la música) venía del instituto Di-Tella, aunque era un gran crítico del rock en nuestro páis. Y también el diseñador de las tapas, Daniel Melgarejo había trabajado en el sello Mandioca.
(Roberto Jacoby, el socio letrista de Federico Moura)
Pero para entender la impronta avant-garde de los virus solo basta con meterse por un segundo en la cabeza de su cantante, Federico Moura; sus amplias fuentes iban desde Billie Holiday, Carmen Miranda y pasando por Antonio Carlos Jobim y el brasileño Ney Matogrosso . En su entorno se podía encontrar a gente como Renata Schussheim, Jean Francois Casanovas o Lorenzo Quinteros sin el perro verde. Esto haría que rápidamente la banda de La Plata rompiera el cascarón del underground y la intelligentzia.
(El brasileño Ney Matogrosso, cantante de Secos y molhados, gran influencia de Moura)
“Los críticos cacarean y nosotros ponemos los huevos”
El día de la primavera de 1981, a la tarde temprano, Virus subió a mostrar lo suyo en la segunda de las tres jornadas del festival Prima Rock que se realizó frente a las piletas de Ezeiza. Fue su primera presentación ante el gran público pero saltemos en el tiempo y leamos como recordaba Marcelo Moura a aquel show en la década del noventa: “Las milanesas las tiramos pero con las naranjas jugabamos al fútbol en el backstage”. Adivinaron, el grupo que se completaba con los hermanos Mario y Ricardo Serra en batería y guitarra respectivamente y con el bajista Enrique Muguetti, había sido tildado de “agresivo” por la prensa que cubría el recital y compartía escenario con monstruos como Seru Giran, León Gieco, Jade y Pedro y Pablo. Más algunos hasta ese momento desconocidos como Dulces 16, Miguel Cantilo y Punch junto a Alejandro Lerner.
La escasa concurrencia al festival que esperaba, bah que seguia esperando desde la segunda mitad de los años sesenta el mensaje de “Paz y amor”, no se mostró muy complacida con los autores de “Cantante farsante”. Una sociedad tan moderna que se había salteado al punk.
El tema más largo del disco “Todo este tiempo perdido” duraba exactamente tres minutos y en el festival fue aún más corto.
(Afiche de la presentación de Spinetta Jade en el festival Prima Rock, el 21 de septiembre de 1981, donde también se presentó Virus)
Que te va a gustar…
El disco salió a la venta en diciembre de 1981, contaba con quince temas, contundentes temas, y obtuvo su nombre, en palabras del cantante, de un sonido que hacia la guitarra de Serra en la canción homónima. Apoyado por musicalizadotes radiales como Gustavo Noya de Radio Del Plata, Lalo Mir o Alejandro Pont Lezica, el disco no paso inadvertido.
“Wadu wadu” se presentó oficialmente el 18 de diciembre de ese año en el Teatro Astral, que estuvo lleno por la mitad. Ese día debutó como músico el, por entonces, director de la revista “El expreso imaginario”, Roberto Pettinato.
Se cumplieron 30 años, no solo de la edición de un disco, sino del inicio de la carrera de una banda que de alguna manera partiría en dos la historia del rock argentino, ese rock, que era su forma de ser.
(tapa del disco "Wadu Wadu de 1981)
TXT: Gabriel García.
Tal vez el flaco sufría el síndrome de falta de información contemporánea, o sea, la imposibilidad de enterarte de todo lo que esta sucediendo en el momento que estas viviendo.
El de Virus es un caso muy especial, es inédito porque en el año 1981 ya eran pos Malvinas, antes que se formaran Sumo y Soda stereo, años antes que Patricio Rey y sus redonditos de ricota ingresaran a las bateas con “Gulp”, “Wadu wadu” el disco debut de la banda liderada por los hermanos Moura; Julio, Federico y Marcelo, ya contenía parte de la esencia del rock argentino por venir de esa década. Y ese des-tiempo marcó a toda la trayectoria del grupo: eran románticos cuando todo era bastante serio y oscuro, Federico Moura tenía 30 años, la misma edad en que Charly García disolvió a Serú. Otro aspecto atemporal era el sonido de los teclados, lejos de los órganos Farfisa que habían sido popularizados por Charles Aznavour a fines de los sesenta y redescubiertos por el Madchester inglés treinta años después, nadie usaba a principios de los ochenta esos timbres. Ese anacronismo los volvía “modernos”, pero más allá de la moda.
Y los citados años sesenta tuvieron muchísima incidencia en el grupo; su letrista Roberto Jacoby (que por estos días se encuentra de vuelta en la música) venía del instituto Di-Tella, aunque era un gran crítico del rock en nuestro páis. Y también el diseñador de las tapas, Daniel Melgarejo había trabajado en el sello Mandioca.
(Roberto Jacoby, el socio letrista de Federico Moura)
Pero para entender la impronta avant-garde de los virus solo basta con meterse por un segundo en la cabeza de su cantante, Federico Moura; sus amplias fuentes iban desde Billie Holiday, Carmen Miranda y pasando por Antonio Carlos Jobim y el brasileño Ney Matogrosso . En su entorno se podía encontrar a gente como Renata Schussheim, Jean Francois Casanovas o Lorenzo Quinteros sin el perro verde. Esto haría que rápidamente la banda de La Plata rompiera el cascarón del underground y la intelligentzia.
(El brasileño Ney Matogrosso, cantante de Secos y molhados, gran influencia de Moura)
“Los críticos cacarean y nosotros ponemos los huevos”
El día de la primavera de 1981, a la tarde temprano, Virus subió a mostrar lo suyo en la segunda de las tres jornadas del festival Prima Rock que se realizó frente a las piletas de Ezeiza. Fue su primera presentación ante el gran público pero saltemos en el tiempo y leamos como recordaba Marcelo Moura a aquel show en la década del noventa: “Las milanesas las tiramos pero con las naranjas jugabamos al fútbol en el backstage”. Adivinaron, el grupo que se completaba con los hermanos Mario y Ricardo Serra en batería y guitarra respectivamente y con el bajista Enrique Muguetti, había sido tildado de “agresivo” por la prensa que cubría el recital y compartía escenario con monstruos como Seru Giran, León Gieco, Jade y Pedro y Pablo. Más algunos hasta ese momento desconocidos como Dulces 16, Miguel Cantilo y Punch junto a Alejandro Lerner.
La escasa concurrencia al festival que esperaba, bah que seguia esperando desde la segunda mitad de los años sesenta el mensaje de “Paz y amor”, no se mostró muy complacida con los autores de “Cantante farsante”. Una sociedad tan moderna que se había salteado al punk.
El tema más largo del disco “Todo este tiempo perdido” duraba exactamente tres minutos y en el festival fue aún más corto.
(Afiche de la presentación de Spinetta Jade en el festival Prima Rock, el 21 de septiembre de 1981, donde también se presentó Virus)
Que te va a gustar…
El disco salió a la venta en diciembre de 1981, contaba con quince temas, contundentes temas, y obtuvo su nombre, en palabras del cantante, de un sonido que hacia la guitarra de Serra en la canción homónima. Apoyado por musicalizadotes radiales como Gustavo Noya de Radio Del Plata, Lalo Mir o Alejandro Pont Lezica, el disco no paso inadvertido.
“Wadu wadu” se presentó oficialmente el 18 de diciembre de ese año en el Teatro Astral, que estuvo lleno por la mitad. Ese día debutó como músico el, por entonces, director de la revista “El expreso imaginario”, Roberto Pettinato.
Se cumplieron 30 años, no solo de la edición de un disco, sino del inicio de la carrera de una banda que de alguna manera partiría en dos la historia del rock argentino, ese rock, que era su forma de ser.
(tapa del disco "Wadu Wadu de 1981)
TXT: Gabriel García.
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Gabriel Garcìa.,
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Virus
viernes, 11 de noviembre de 2011
Iggy Pop-Preliminaires
Iggy Pop y sus caricias preliminares para la noche*
Es sabido que Iggy Pop vivió sus años dorados de pubertad al extremo, ajustándose a la ecuación de la tríada de 'sexo + drogas + rock and roll' mejor que nadie.
Narrar sus epopeyas y episodios con mujeres y estupefacientes sería anecdótico, puesto que estuvo al borde del abismo innumerables veces. Su experiencia resulta increíble: tuvo más vidas que un gato y,por andar rozando con los excesos y vicios vinculados a la fama de 'rockstar', prefirió caminar en lo que su colega Lou Reed denominaría 'la senda del lado salvaje'.
Pero los tiempos que corren lo encuentran en una faceta de adultez y madurez muy lejana a aquel caótico ritmo irrefrenable de vida que llevaba en sus días de purrete. Los años le llegaron como las arrugas en su frente, y con ello, nuevas inquietudes y posicionamientos frente a la música emergieron.
Lo único que conserva del pasado es esa expresión picarezca en su corroído rostro, el cuerpo magro, fibroso y liso como una tabla de planchar con el que se contorsionaba y serpenteaba en escenario cual reptil y, el tono grave y barítono de su timbre vocal.
Aunque sus graznidos distorsionados hoy fueron sustituídos por susurros ronroneantes y armonías melódicas de mayor sutileza, que se encargaron de instalarlo en el campo 'crooner'.
Iggy Pop dejó de ser ese desgarbado muchachito salido de la escena del reviente para transformarse y ponerse el traje de un elegante cantautor de temas noctámbulos que hace gala al cocktail y al erotismo sugerente.
'Preliminaires', su último álbum de estudio salido en el 2009, se comporta justamente para ser redundantes, como un 'juego preliminar' previo al acto central y orgiástico. Es una colación anterior al plato principal: mimos al oído, mucha piel, tacto sensorial y masajes en forma de canción llenas de suavidad, entonadas por la aguardentosa y avejentada voz de Iggy, producto de la ingesta de tanta nicotina y alcohol, que, pese a que conllevaron a su autodestrucción, hoy le dan un plus generando en el nuevo sonido del músico una atmósfera que alterna entre el jazz y la música que podría oírse en solitarias tabernas que refugian sentimientos embriagados.
El disco arranca con un cover clásico del italiano Yves Montand, 'Les feuilles mortes', en una sensual y no tan melancólica versión que antecede a la monocorde 'I want to go to the beach', anclada en un estilo que remite a Leonard Cohen.
El cabaretero corte de difusión 'King of the dogs' es el tema 'intruso e infiltrado' que contrasta con el resto del álbum, probablemente sea el punto más alto del mismo.
Es inevitable dejar de nombrar la influencia de Serge Gainsgourg en la chanson française, y evidentemente, Iggy Pop lo tuvo en cuenta al momento de grabar 'Je sais que tu sais', pero en lugar de acudir ante la búsqueda femenina y susurrante de Jane Birkin, optó por la presencia de Lucie Aimé.
Quizás el momento en que se saca el disfraz de señorito francés y retoma el gusto por el rock intravenoso que siempre tuvo como componente esencial se da en 'Nice to be dead' o en la crudeza y baja definición de sonido del spaghetti western 'He's dead / she's alive', que es practicamente idéntico al último track del disco.
Hay algo que es sumamente atractivo en 'Preliminaires' y como contraparte, hay algo que falla.
Quizás el punto a favor sea ver a nuestra legendaria iguana zambullida en nuevas aguas de cambio, haciendo peso de su edad con nuevo y jugoso material. Pero lo que no le jugó demasiado a favor fue ponerse tan redundante y forzoso con impostar la imágen de 'cantante-serio-cultor de la elegancia', puesto que el álbum en más de una ocasión se vuelve denso y reiterativo. Por momentos se producen baches, quizás por el órden de selección de temas, que se repite en melodías y cae en lugares comúnes explorados cientos de veces por curiosos del género.
De todos modos, el mote de lagarto camaleónico no fue puesto de manera antojadiza, a algo se debe: quizás a la trayectoria que lleva en la desértica carretera,(ruta en la que hoy pocos siguen siendo sobrevivientes), o a lo mejor debido al cambio de piel, la metamorfosis y la transición que representa dejar un estilo musical para envolverse en la tez de otro.
Material discográfico complementario de este disco:
- Serge Gainsbourg - L' histoire de Melody Nelson (1971)
- Leonard Cohen - Songs of love and hate (1971)
- Tom Waits - Nighthawks at the dinner (1975)
- Nick Cave & The Bad Seeds - Your Funeral... My Trial (1986)/Murder ballads (1986)
- Calexico - Hot Rail (2000)
- Tindersticks - Tindersticks I (1993) / Tindersticks II (1995) / Waiting for the moon (2003)
- Divine Comedy - A short album about love (1997)
- Scott Walker - Scott 3 (1969)
TXT: María Gudón
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